Le
Corbusier no deja indiferente a nadie. Aunque muchos de sus coetáneos se
escandalizaban e incluso menospreciaban su trabajo, paradójicamente es de los
pocos arquitectos cuyo nombre ha llegado al gran público hasta nuestros días.
Es uno de los tres maestros sobre los que se apoya todo el que empieza a
asomarse al complejo mundo de la arquitectura.
Le Corbusier, hacia 1960 |
Su legado refleja la intensidad de su producción como artista e
intelectual: Construyó 75 edificios en doce países y diseño 42 proyectos
urbanísticos importantes. Realizó 8000 dibujos, más de 400 cuadros, 44
esculturas y 27 cartones para tapices. Escribió 34 libros, unas 7000 páginas,
cientos de artículos y conferencias, y una correspondencia privada de 6500
cartas, a las que hay que sumar las innumerables de su estudio.
Centro Le Corbusier - Zúrich, Suiza (1963-67) |
Charles-Edouard Jeanneret, verdadero nombre de Le Corbusier, nace en
1887 en La Chaux-de-Fonds (Suiza), localidad cuya economía estaba basada casi
exclusivamente en la industria relojera. Al cabo de los años se inscribe en la
Escuela de Artes de la ciudad y empieza a interesarse por la pintura y a comprender
la importancia de la geometría, con la que permanentemente había convivido como
elemento natural de la actividad local. Un buen día el joven Jeanneret lo vio muy
claro, no dedicaría su vida al cincelado o grabado de relojes. Acababa de
descubrir la arquitectura.
Detalle de fachada de la Casa Fallet,
primera obra de Le Corbusier junto al arquitecto René
Chapallaz |
Casa Fallet, La Chaux-de-Fonds, Suiza (1906-07)
La geometría de la carpintería evoca los esgrafiados de los
muros
|
Charles-Edouard Jeanneret (c. 1911) |
Le Corbusier vivió en la sociedad del automóvil y el avión, lo que se
refleja no sólo en sus proyectos, sino en la forma de entender su profesión.
Las distancias para él no eran un problema, por lo que fue uno de los primeros
arquitectos capaces de trabajar simultáneamente en varios continentes. Lo que
hoy en día llamaríamos un “arquitecto global”. Conocedor de la relevancia de la
prensa moderna, y aunque siempre trataba de cuidar su imagen pública, este
hombre polifacético pronto destacó por sus declaraciones a menudo polémicas,
debido a la complejidad de sus obras y de su personalidad.
Portada de “Aircraft”, publicado en Londres en 1935 |
Publicidad de Mercedes-Benz.
Al fondo, la Casa Doble, Stuttgart (1927) |
Fue en
sus numerosos viajes por Europa donde Jeanneret adquirió la sólida base donde
posteriormente se asentaría su trabajo. Se interesa por la cultura, la historia
y las diferentes formas de entender la vida de los pueblos del continente. En
la Toscana aprende sobre la importancia del paisaje mientras pinta acuarelas.
Después viaja a Viena y luego a París, donde descubre los experimentos de los
hermanos Perret, que “echan hormigón en
cajas de madera con hierro”, el actual hormigón armado. Trabaja durante
varios meses en el estudio de Auguste Perret, y en su buhardilla de la ciudad
de la luz lee libros de autores que tratan de explicar el sentido de la vida.
Una frase de Nietzsche le abre los ojos y al instante se transforma en su lema:
“¡Conviértete en quien eres!”. Su
maestro le envía a Alemania y allí trabaja con Peter Behrens, igual que lo
hicieran Walter Gropius y Mies van der Rohe. En Múnich, el escritor Willian
Ritter le ayuda a entender la oposición de la cultura germana y la latina. A
continuación viaja a Praga, Serbia y Bulgaria, para terminar en Constantinopla
y Atenas, donde estudia la configuración urbana y la composición
arquitectónica, respectivamente. Contrariamente a muchos de sus contemporáneos,
aprecia los edificios de la Antigüedad y el Renacimiento.
La Villa Savoye, Poissy (1928-1931)
ha sido definida en ocasiones como un moderno Partenón,
debido al impacto visual que causa el volumen superior
sobre pilotes |
En
1914 presenta, junto con el ingeniero Max du Bois, el conocido proyecto de casa
Dom-ino (domus + innovación) como solución a la destrucción de edificios en
Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Son módulos que pueden ensamblarse
formando una L o una U, aunque en realidad su interés radica en que se trata de
un principio estructural muy novedoso para la época, y que hoy en día es el
modelo estructural de la inmensa mayoría de los edificios. Frente a los
edificios existentes, de diseño muy limitado al ser soportados en su gran
mayoría por gruesos muros de carga que obligaban a crear huecos en fachada únicamente
verticales, el concepto que propone Jeanneret no puede ser más simple: El
esqueleto del edificio lo componen pilares y losas de hormigón, sobre los que
es posible disponer con total libertad y de manera independiente tanto la
tabiquería interior como los cerramientos de fachada, con acristalamientos capaces
de adoptar cualquier geometría y dimensión. De golpe, las posibilidades de diseño
se convierten en infinitas.
Casa “Dom-ino” (1914) |
Galería de la Casa La Roche-Jeanneret, París (1923)
vista desde la pasarela del vestíbulo |
A
pesar de este éxito, en los años siguientes sólo consigue ejecutar una obra,
que consiste en una torre de agua situada en Podensac, en los viñedos de
Burdeos. En ese momento, año 1917, ya está instalado de manera estable en
París. Su idea era conquistar la ciudad, pero sus ilusiones se desvanecen al
encontrarse con una sociedad de posguerra muy diferente a la que él había
imaginado. Conoce al pintor Amédée Ozenfant, quien le anima a confiar en sus
dotes como pintor. Al año siguiente ambos exponen sus obras en la galería
Thomas y publican “Après le cubisme”, un manifiesto donde proponen el programa
estético de una “arquitectura venidera”.
Amédée Ozenfant, Albert Jeanneret y Le Corbusier
en el taller de la casa de Jeanneret-Perret (1919) |
En
1920 Jeanneret y Ozenfant fundan, junto con el poeta y publicista dadaísta Paul
Dermée, “L’Esprit nouveau”, una “revista internacional e ilustrada de la
actividad contemporánea” y un espacio donde exponer sus teorías y críticas durante
los cinco años siguientes. Es aquí donde Charles-Edouard Jeanneret se convierte
en Le Corbusier. Toma ese seudónimo de su antepasado Lecorbésier (y puede que
del pintor Le Fauconnier) y lo utiliza en todos los números de la revista.
Visualmente
la publicación se inspira en los cuadros del propio Jeanneret y del cubismo,
algunos de cuyos representantes, como Juan Gris, llega a conocer el arquitecto. Se intenta buscar un
lenguaje depurado, de vuelta al orden después de la guerra, pero rechazando la
disociación de los objetos y la deriva decorativa tan propios de los cubistas.
Por ello es frecuente encontrar en la revista obras suyas donde aparecen
volúmenes curvilíneos, como jarras, guitarras o pipas, dialogando con objetos
rectilíneos, como dados o libros. En 1925 muestran el pabellón de “L’Esprit
nouveau” en la Exposición de las Artes Decorativas, Industriales y Modernas de
París, donde ofrecen una versión concentrada de todos los capítulos del
programa corbusierano y aprovechan para publicitar la revista. Vista la
difusión mundial que alcanza, Le Corbusier publica compendios, como “Vers une
architecture” en 1923. Con Ozenfant escribe en 1925 “Urbanisme”, “L’Art
décoratif aujord hui” y “La Peinture moderne”. El número 29 de la revista se
convierte en un almanaque de la arquitectura moderna (“Almanach d’architecture
moderne”, 1926). En los escritos de esta época no faltan abundantes referencias
a la importancia de los “trazos reguladores”, la arquitectura griega o la
“lección de Roma”.
Planta baja a doble altura de la casa del pabellón de “L’Esprit Nouveau” |
Durante los años 20, su producción arquitectónica sigue dos líneas
diferenciadas. Por un lado continúa con el estudio de proyectos teóricos
basados en principios de economía que inició con la casa “Dom-ino”, y por otro
desarrolla proyectos concretos para clientes de elevado poder adquisitivo que
contactan con él por medio de la revista o de exposiciones. En 1922 abre un
estudio con su primo Pierre Jeanneret, al que en 1927 se incorpora la
arquitecta y diseñadora Charlotte Perriand, quien se encarga del mobiliario de
diversos proyectos, incluido el diseño de estanterías, sillas y mesas de la
exposición presentada en el Salón de Otoño de 1929.
Boceto de la versión de julio de 1926
de la Villa Stein-de-Monzie, Vaucresson (1926-28) |
Charlotte Perriand posando en la Chaise Longe LC4-B306 (1928) |
Le
Corbusier pronto es sinónimo de provocación, debido sobre todo a su forma de
entender el urbanismo. Rechaza la “calle-pasillo”, está absolutamente a favor
de la expropiación, y sostiene que los males de las ciudades se solucionan con
cirugía radical. Muchas de las numerosas giras de conferencias que hizo por
Europa cuentan con estudios urbanísticos. En los años 30, las autoridades
soviéticas se interesan por sus ideas de incluir la producción industrial en
los planes urbanísticos, la descentralización de los edificios administrativos
y los lugares de ocio, y su concepto de “ciudad verde” para las zonas
residenciales. Su percepción de los paisajes y las ciudades se transformó
cuando en su viaje a América Latina observó las ciudades desde un punto de
vista diferente: en un avión, desde el aire. Impresionado por la pampa y los
ríos, dibuja planos generales de Buenos Aires, Montevideo, Sao Paulo, y tiempo
después, Argel. A partir de 1945 alterna el desarrollo de grandes proyectos, a
menudo irrealizables e incluso destructivos, con otros de menor escala sobre
terrenos reales.
“¡Hay que eliminar la
calle-pasillo!”
Reproducción de una lámina de las conferencias pronunciadas
por Le Corbusier en América Latina en 1929 |
Quiosco en la terraza-jardín de la cubierta
del Edificio Porte Molitor, París (1931-34) |
Casa Curutchet, La Plata, Argentina (1949-53) |
Pasados
los años, habiendo cumplido ya los sesenta y convertido en arquitecto de fama
mundial, Le Corbusier inicia una nueva vida. En parte se siente frustrado por
no haber conseguido que fueran aceptados ninguno de los planes urbanísticos
para Europa o su soñada reconstrucción de Francia tras la guerra. Tampoco quedó
satisfecho con el edificio de las Naciones Unidas en Nueva York, construido
según sus ideas, pero por otros. Consigue, sin embargo, que se haga realidad un
edificio de viviendas colectivas que empezó a imaginar en 1922, la “Unité
d’habitation” de Marsella. Se dedica a la escultura, otra de sus pasiones,
publica sus reflexiones estéticas sobre el espacio habitable, y elabora el
“Modulor”, un sistema de proporciones universal basado en el número áureo y las
proporciones humanas, que servirá de referencia para las medidas de todos sus
proyectos hasta su muerte, en 1965.
El “Modulor” (1955)
Acuarela colgada en el “pequeño taller” de Le
Corbusier en la calle de Sèvres |
Unité d'Habitation, Marseille (1946-52)
|
Unité d'Habitation
Sala común, con espacio de doble altura, de un
apartamento de tipo “superior” |
La
iglesia de Ronchamp, que concibe directamente como una escultura más, y la
utilización de sistemas constructivos populares en las casas de Jaoul, provocan
el estupor de muchos de los que le habían encasillado en la geometría pura y la
estética blanca de sus casas de los años veinte. Una vez conquistados Japón,
con el Museo de Arte Occidental de Tokio; Estados Unidos, con el Carpenter
Center para la Universidad de Harvard; y la India, donde por fin consigue
construir una ciudad entera, Chardigarh, incluidos sus edificios públicos, Le
Corbusier se recluye como un ermitaño, a veces en una pequeña cabaña de madera diseñada
por él, a orillas del Mediterraneo, y otras en su estudio de pintor de París.
Capilla Notre-Dame-du-Haut, Ronchamp (1951-55)
Fachadas sur y este |
Salón de la vivienda B de las Casas de Jaoul, Neuilly-sur-Seine (1951-55) |
Sala hipóstila del Palacio de la Asamblea, Chandigarh, India (1951-62) |
Rincón comedor del “Cabanon” de Le Corbusier,
Roquebrune-Cap-Martin (1951-52) |
Le
Corbusier nunca se dejó deslumbrar por la fama o el renombre de los numerosos arquitectos
y artistas que conoció, aunque sin duda todos influyeron en él de una manera u
otra. L’Eplattenier y Auguste Perret fueron las figuras paternas de su carrera.
A Peter Behrens lo llegó a repudiar, al contrario que Múnich Theodor Fischer,
por quien siempre sintió un profundo respeto y cariño. Aunque coincidió varias
veces con Ludwig Mies van der Rohe, su contacto con él no pasó de ahí. Con
Walter Gropius intervino en sucesivas ocasiones en los Congresos
Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM), y además fue siempre un gran defensor
de la Bauhaus. Mantuvo relaciones difíciles con algunos miembros franceses del
CIAM, como André Lurçat, y algunas otras fueron importantes como con Alexandre
Vesnine, los constructivistas rusos en 1928 o en Brasil con Lucio Costa y los
jóvenes arquitectos de Río, como Oscar Niemeyer o Affonso Eduardo Reidy. A
pesar de descubrir muy pronto el trabajo de Frank Lloyd Wright, mantiene con él
una relación distante. Se dice que Wright no ocultaba los celos hacia el
carisma de Le Corbusier, y su crítica a la Unidad de Habitación de Marsella es
bien conocida. Los antiguos dibujantes del estudio de la calle de Sèvres
conforman un grupo que siempre se mostró muy cercano al arquitecto.
Pierre-André Emery, Alfred Roth, Josep Lluís Sert o Junzo Sakakura son
personajes clave del estudio antes de 1940. Pero en el círculo de amigos más
íntimos destacan Pierre Jeanneret, Charlotte Perriand y Jean Prouvé, políticamente
de izquierdas y que se distancian de él por motivos básicamente políticos a
finales de los años treinta.
Le Corbusier con Mies van der Rohe en Stuttgart (1927) |
Oscar Niemeyer con Le Corbusier |
Charlotte Perriand, Pierre Jeanneret y Le Corbusier |
Para
ser sincero tardé en entender a este arquitecto-urbanista-escritor-pintor-escultor.
Al principio creía que era de esos artistas que o te gustan o los odias. A mí
no me gustaba, o más bien me sentía confuso ante su obra. Por un lado admiraba
sus viviendas impolutas, tan limpias arquitectónicamente, su concepto de “máquina de habitar”, pero por otro no
comprendía esa obsesión por la monumentalidad escultórica en hormigón, a menudo
sucio y de acabado poco cuidado. No entendía esa dualidad, esa falta de
linealidad y de compromiso consigo mismo. Parecía dar la espalda a un estilo
que llevó a cabo y defendió durante mucho tiempo. También me costaba asimilar su
idea de un urbanismo aséptico y casi anti-social de torres y bloques exentos, en
algunos casos con propuestas que cuando menos llaman la atención, como la
de disponer de cubiertas blindadas para protegerse de eventuales ataques
aéreos, mientras en algunas de sus obras realizadas dichos espacios se utilizan
para albergar guarderías y zonas de ocio.
Villa Stein-de Monzie, Vaucresson (1926-28) |
Palacio de la Asamblea, Chandigarh, India (1951-62) |
Convento de La Tourette, Éveux-sur-l’Arbresle (1953-60) |
Ahora creo que por fin lo he comprendido. Y es que en realidad, nadie es menos
corbusierano que Le Corbusier, quien lejos de encerrarse en una forma única,
aunque sea la suya, cuestiona su propio discurso arquitectónico en multitud de
ocasiones, y no tiene pudor en expresar que, efectivamente, todo cambia, los
pensamientos, el mundo, la arquitectura… y que ésta obedece exclusivamente a su
propia evolución, que supera al hombre y a sus ideas.
“La
arquitectura se camina, se recorre y no es de manera alguna, como ciertas
enseñanzas, esa ilusión totalmente gráfica organizada alrededor de un punto
central abstracto que pretende ser el hombre…”
Le Corbusier
Le Corbusier en su mesa de trabajo
del taller de la calle Nungesser-et-Coli, París
(c.1960) |